jueves, 16 de agosto de 2012

Pasos de humo

      
       A pie o a máquina, en ambos casos contaminamos de más. La única diferencia entre peatón y conductor es circunstancial. No es sólida, no es la prueba nada. ¿Cómo puede estar  presente en una ley tan técnica como es el Código de la Circulación?

    Un aspecto trascendente como el incremento de la concentración de monóxido de carbono, en el aire que respiramos, no ha servido para variar una ley escrita cuando había pocos coches y mucho petróleo.

       La preferencia del peatón en un paso de cebra es una entelequia. La prohibición de atropellar personas usando un aparato metálico de más de una tonelada de peso y acelerado por un motor de explosión, ya está señalada en uno de los diez mandamientos, concretamente en el quinto. Y la deuda adquirida con la sociedad por ello, detallada en el Código Penal.

       Las actuales elevaciones de estos pasos, a parte de un agujero en las arcas de la Seguridad Social creado por el aumento de bajas laborales por lesiones en la espalda, hacen imposible rebasarlos más deprisa que caminando. Salvo despiste o actitud criminal, y ambos son casos imprevisibles, incontrolables por una ley. Quedan relegados a simples hechos castigables. Cuando el daño ya está hecho, porque se muere igual por asesinato que por accidente. Las lesiones son idénticas, las fracturas se producen en los huesos y los derrames en los órganos.

       Pero abandonando el tono gore y centrándome en cuestiones realmente preocupantes, puedo afirmar que las mencionadas elevaciones obligan  frenar para luego tener que pisar el acelerador, aumentando las emisiones de gases contaminantes cuando recuperamos la velocidad normal de circulación. También cuando no hay nadie cruzándolo, cuando no es necesario detenerse. Gratuitamente. Los pasos de peatones elevados, perjudican la espalda de los conductores y los pulmones de todos.

       Espero que alguien, en posición de hacerlo, no decida que es más seguro frenar siempre que ceder el paso cuando venga alguien, como dice el Código de la Circulación y el sentido común, y acometa el proyecto del cambio de las señales de tráfico correspondientes. Porque a parte del gasto propio de la obra, le pagaremos entre todos una sustanciosa comisión al correspondiente.

       Como el conductor se convierte en peatón, cuando se dirige a la caja de la gasolinera para pagar, a mí me cuesta considerarlos como seres distintos.  Siempre desde la óptica de un veterano, profesional y rebosante de puntos Permiso de Conducir, insisto en que cuanto más fluida sea la circulación, menos contaminación es la que se produce y menos derroche de energía. Porque despilfarrar el petróleo parece algo grave, ¿no?

       Por eso cuando alguien irrumpe en un paso, sin detenerse mostrando su intención de cruzar como dice el Código, me altera el pulso y si además, al mirar por el retrovisor -algo que hago siempre que tengo que frenar inesperadamente en previsión de un posible 'alcance' por parte del que venga detrás- no veo a ningún otro vehículo, pienso que si el peatón se hubiese detenido un instante, podría haberme dejado pasar y hacerlo él después tranquilamente, ni la atmósfera ni mi bolsillo se hubieran visto perjudicados. Y lamentablemente lo veo cruzar ante mí, sin mirarme, despacio, dando tiempo para que lleguen otros conductores, se detengan y sumen sus emisiones de arranque al aire común. Ha ejercido su derecho de paso, su preferencia, su prioridad y se la sufragamos los conductores. 

       Estas actitudes -de cada vez más peatones- son pequeños atracos, mínimos e intrascendentes, pero preocupantes con la reiteración. Si te roban una vez y te quitan un euro, hasta te puede hacer gracia, pero si lo repiten varias veces, a diario, puede llegar a molestar.

Así no

 
Así si
       
       Los buenos de los Beatles, incluido el buenísimo de John Lennon, son responsables 'inocentes' de una costumbre absurda, una manera de cruzar los pasos peatonales de consecuencias contaminantes y peligrosas. Aunque quizá sea el fotógrafo que captó el famoso cruce de Abbey Road el auténtico culpable. ¿Por qué no los fotografió desde la acera a la que se dirigían pero caminando juntos? Como en la imagen anterior a este párrafo. A parte de ofrecer una imagen más unida del grupo, su ejemplo hubiese servido para que los peatones, al cruzar a la vez, estuvieran menos tiempo interrumpiendo la circulación, sumando vehículos a la improvisada caravana de aportadores de monóxido de carbono y exponiéndose a una mayor posibilidad de atropello.
       Lo que me ha hecho sacar a la red todo este planteamiento, llevándolo desde mis pensamientos a mis palabras, ha sido algo que presencié hace unos días. Estaba en la calle, esperando a unos amigos, en una vía con un desnivel del 8%, de un sólo sentido, un sólo carril y poco tránsito. Pese a tener poco más de doscientos metros, está cruzada por cinco pasos de cebra. En el primero, situado en la parte más baja de la misma, un hombre de unos treinta años, delgado y aparentemente sano, cruzó  sin pararse ni a mirar y obligó a detenerse a un autobús urbano que circulaba en solitario. Cuando éste arrancó cuesta arriba, expulsó una espesa 'bola negra' de unos dos metros de diámetro. Eché a correr. No me quedé allí para esperar que el rebufo del bus la arrastrara, disolviendo en el olvido aquel fruto de la preferencia de un peatón.

       Algo así, debería estar considerado un delito y no un derecho.

       ¿No merece una actualización el Código de la Circulación?




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